En un pequeño pueblo rodeado de montañas nevadas, existía una leyenda sobre un objeto mágico llamado "El Atrapasueños de Cristal". No era un atrapasueños común, sino una esfera de cristal tallada por los antiguos chamanes de la región, capaz de guardar en su interior los sueños más puros de las personas.

Luca, un niño de 10 años, había perdido la capacidad de soñar después de una larga enfermedad. Su abuela, preocupada, le contó sobre el Atrapasueños y lo animó a buscarlo. "Está escondido en la Cueva de los Susurros", le dijo, "pero solo aparece ante quienes realmente necesitan recuperar algo perdido".

Una noche de luna llena, Luca se adentró en la cueva. Entre estalactitas brillantes, encontró la esfera flotando sobre un pedestal de hielo. Al tocarla, el cristal se iluminó, mostrando imágenes de sus sueños olvidados: aventuras en bosques encantados, viajes en barco volador y risas con amigos imaginarios.

Una voz suave resonó: "Los sueños nunca se pierden, solo esperan a ser recordados". Luca despertó al día siguiente en su cama, con el Atrapasueños en sus manos. Ya no estaba vacío: en su interior, como copos de nieve dorados, brillaban todos sus sueños, listos para volver a él cada noche.