El Jardín De Los Susurros
En las afueras de un pueblo olvidado, había un jardín cubierto por una niebla perpetua. Los ancianos contaban que, si caminabas en silencio entre sus flores, podías escuchar los susurros de aquellos que habían dejado mensajes para el futuro. Nadie sabía cómo había comenzado aquella tradición, pero el jardín se convirtió en un lugar sagrado.<br>Un día, una joven llamada Elena, cargada con la tristeza de una despedida reciente, entró al jardín. Caminó lentamente, escuchando los susurros de amor, esperanza y arrepentimiento que flotaban en el aire. De repente, una voz suave y clara le habló: "El tiempo cura, pero el amor permanece". Era la voz de su abuela, quien había plantado una flor allí años atrás.<br>Elena dejó su propio mensaje entre las flores: "Nunca estás solo, siempre hay alguien que te escucha". Desde entonces, el jardín se llenó de nuevos susurros, y la niebla pareció brillar con una luz tenue, como si las palabras hubieran cobrado vida.