El Relojero De Los Recuerdos
En el corazón de una ciudad antigua, había una pequeña tienda de relojes que pocos notaban. Su dueño, el señor Alaric, era un hombre mayor y misterioso que decía poder reparar no solo relojes, sino también recuerdos rotos. Las personas acudían a él con objetos que guardaban memorias perdidas: un reloj de bolsillo que dejó de funcionar el día de una despedida, un despertador que marcó la última mañana de un ser querido.<br>Un día, una joven llamada Clara llegó con un viejo reloj de pared que había pertenecido a su abuelo. El reloj se detuvo el día que él falleció, y desde entonces, Clara sentía que había perdido una parte de sí misma. Alaric tomó el reloj, lo observó con atención y dijo: "Los recuerdos no se pierden, solo se duermen".<br>Con herramientas delicadas y palabras susurradas, Alaric devolvió la vida al reloj. Al escuchar su tic-tac, Clara cerró los ojos y vio a su abuelo sonriendo, como si el tiempo hubiera retrocedido por un momento. El señor Alaric le dijo: "El tiempo no se detiene, pero los recuerdos siempre están contigo".