El Café De Los Instantes Eternos
En un rincón tranquilo de la ciudad, había un pequeño café llamado "El Instante Eterno". Se rumoreaba que, al entrar, el tiempo se detenía para quienes lo necesitaban. El dueño, un hombre llamado Víctor, servía no solo café, sino también momentos de paz y claridad.<br>Una tarde, un hombre llamado Daniel, abrumado por el estrés de su vida acelerada, entró al café por casualidad. Al cruzar la puerta, sintió que el ruido del mundo exterior desaparecía. Víctor le sirvió una taza de café humeante y le dijo: "Aquí, el tiempo es tuyo. Úsalo sabiamente".<br>Daniel se sentó junto a la ventana y observó cómo la gente en la calle parecía congelada en el tiempo. Mientras bebía su café, recordó lo que realmente importaba: su familia, sus sueños y los pequeños momentos que había estado ignorando. Cuando terminó su taza, Víctor le sonrió y dijo: "El tiempo sigue, pero ahora sabes cómo vivirlo".<br>Al salir, Daniel sintió que el mundo volvía a moverse, pero llevaba consigo una nueva calma y determinación.