Lucía tenía una habilidad única: nunca decía la verdad. Desde niña, tejía historias que encantaban a todos. “Fui astronauta”, decía, y los niños la aplaudían. “Conocí al presidente”, murmuraba, y las vecinas la miraban con asombro. Nadie sabía si alguna vez fue honesta. Su esposo creyó que ella lo amaba; sus hijos, que era escritora famosa. Un día, desapareció. Dejaron una nota que decía: “Volví a mi planeta”. Todos rieron, pensando en otra de sus mentiras. Pero nunca regresó. A veces, en el cielo claro, alguien asegura ver una nave. Quizás, por primera vez, Lucía dijo la verdad.